04 noviembre, 2006

Camino a lo salvaje.

Hay un paraíso que se esconde en la selva boliviana, un lugar donde podemos imaginar lo que era el mundo antes de nosotros, o al menos, antes de que llegáramos para destruirlo y quemarlo todo. Es un pedazo del cielo verde al que ya no le queda mucho tiempo, es delirio y alucinación, es un mundo fuera de éste mundo, es un lugar que está muriendo.

Salí de La Paz montado en el bus de un artista que en el Camino de la Muerte lidia con los abismos circundantes y camiones que se cruzan sobre senderos de tierra escenario de un mortal rompecabezas. Sin duda, el vehículo que no encaja tiene un trágico final y es imposible no dejar escapar groserías mientras ves por la ventana 5 centímetros de lodo que te separan del vacío. La vida se abre paso en el Camino de la Muerte que va de La Paz a Coroico, y que para mí en realidad no termina en Coroico, después de salir de la capital es posible morir en cualquiera de las 16 horas de camino hasta Rurrenabaque.
Pero no hay que asustarse, igual puedes morir cruzando una calle en Bogotá.

Rurrenabaque está ubicado en un lugar estratégico que te permite visitar dos ambientes encantadores de la selva amazónica: la pampa atrevida y agitada y la jungla conmovedora y jovial. Yo elegí partir primero hacia la pampa en un viaje hacia una nueva dimensión.


Aquí, el vólido en el que recorrí el camino de la muerte. Creo que prefiero la bici.

1 comentario:

MoniCat dijo...

Que mieeedoo. Creo que me he vuelto muy miedosa por estar en un pais donde la mayoria de muertes que hay son por suicidio o morirse de viejo. Ya me dan miedo las circunstancias arriesgadas de cualquier tipo
Sigo insistiendo. Eres muy valiente, te veo como podria ver al cazador de cocodrilos cuando estaba vivo.