11 septiembre, 2006

¡Huash! Huaraz

Nunca escuché hablar de Huaraz, ni en el colegio recuerdo que me hablaran de la cordillera blanca del Perú, Huaraz no estaba en mis planes.
Pero allá llegué un día a las 6 de la mañana sin saber mucho y con la recomendación de un hostal de nombre Caroline donde me recibieron con un buen desayuno y una invitación a jugar Bingo. Por sólo 10 soles diarios (mas o menos 3 dólares) una familia se encarga de recibir huéspedes a los que tratan como a sus más allegados y los acomodan en más de 7 habitaciones atestadas de camas, desorden y amistosos israelitas (es que es muy difícil encontrar uno que no sea amistoso).
Acomodado y luego de haber pasado la mañana y parte de la tarde bajo un sol urticante jugando Bingo en un colegio de Huaraz, salí en la búsqueda de mis amigos de Israel que había conocido en Vilcabamba (Ecuador). Y los encontré.
Ellos ya tenían programado un viaje de 4 días por una ruta que se llama Santa Cruz y yo sin pensarlo mucho me decidí a acompañarlos, según decían, era uno de los más fáciles y hermosos recorridos. Contrataríamos la carga del equipo, alguien llevaría y armaría las carpas, seríamos asistidos por un cocinero y nosotros sólo debíamos mantenernos en pie. Así quedó arreglado.
Como aún había dos días para partir, decidí ir a las lagunas de Yanganuco el día siguiente. Era un viaje de sólo 2 horas.
Esa mañana apareció en mi habitación Sebastian, un gigante holandés con el que hicimos conexión de inmediato y se animó a acompañarme en su primer día en Suramérica. Fue un recorrido fácil para un premio tan bueno.
Encontramos una laguna entre la montaña, un producto del derretido glacial que se ha vuelto azul, por las algas, por la luz del cielo que se refleja, por la gracia de la naturaleza, y por esas cosas que no puedes explicar, porque… ¿Cómo se explica que justo donde muere el celeste es donde nace la roca?
Y las playas… ¡Que alguien dijo que no son playas!
Pero, ¡qué importa que no lo sean!. Igual caminé sobre ellas y escuché olas estrellarse contra mis pies, igual me sentí en el paraíso. ¡Que importa que no sean playas!. El agua estaba helada, pero se sentía calido en mi corazón achantado y recogido. Estas son las fotos… La historia del recorrido de 4 días está en la siguiente actualización.






2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que premio!!! y que guapo estás. ji,ji,ji el afro te luce!

Anónimo dijo...

ole extraño sus historias, que hacen que parte de mi se libere al leerlas, espero que este bien, compadrito la mejor de las bendiciones. y no me cansare de agradecerle contarnos sus historias sin problema, se le extraña luisk = chadid