29 agosto, 2006

Y caí en la trampa...


Salí del parque y tomé el bus que me llevaría a Vilcabamba, un pueblo famoso por la longevidad de sus gentes. Seis días después aún me pregunto si es que el tiempo allí pasa muy lento, o si tal vez es que la gente vive más despacio.
Vilcabamba podría ser igual a cualquier otro pueblo, con su iglesia, su parque, sus bancas, sus tiendas y sus niños. Pero es necesario estar allí para sentir como se te olvida que hay un amanecer y un mañana, es como si de inmediato comprendieras que el tiempo es falso, y se te pasan las horas como si fueran mentiras, y puedes irte a dormir y levantarte al día siguiente, y volver a dormir y volver a despertarte, y todo está igual.
Creo que el único que ha muerto de viejo en Vilcabamba es el tiempo.
Estando allí, encerrado una noche en mi habitación, tomé un pequeño espejo de marco azul aguamarina que compré por 25 centavos y me quedé contemplando a un sujeto extraño que me reclamaba el paradero de un hombre de 26 años de peinado pulcro y piel de bebé, un individuo que se levantaba temprano a perder el tiempo y planchar sus camisas, una persona que se decía llamar ejecutivo y que lustraba sus zapatos, un mortal que conducía un automóvil y cambiaba su tiempo por dinero.
Eso pasa en Vilcabamba. Y no le mentí al sujeto del espejo cuando le conté que no sabía a dónde se había ido, tampoco le mentí cuando le dije que ya no me importaba su lugar de residencia. Lo tranquilicé diciéndole que tal vez sólo se había quedado durmiendo en algún rincón de mi persona, pero después volví a decirle la verdad, que tal vez había muerto para siempre. Sé que ya no soy el mismo, y que tal vez lo que ahora soy también muera mañana, y alguien más en el espejo volverá a preguntar donde abandoné mi último disfraz, pero no importa, porque allí estaré para darle alguna explicación.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola amigo, espero que olvidando lo que eras no olvides a los que dejaste atras. Hacia bastante tiempo que no entraba a tu pagina y hoy me di el gusto de leer todo lo que no habia leido, de recorrer contigo lo que has recorrido, de sentir lo que has sentido, y eso se logra porque estas escribiendo como un maestro, estas logrando transmitir con unas pocas letras toda una vivencia.

Anónimo dijo...

CASI LLORO AL LEER SUS LÍNEAS ANDRÉS... En este momento recuerdo las muchas veces que nos sentamos a hablar de nosotros, de lo que estábamos haciendo, de lo que esperábamos, de nuestras vidas, de nuestro lugar, de lo que queríamos, de lo que anhelábamos, del futuro... Usted ha dado uno de los grandes pasos hacia la felicidad soñada, a un ideal de alegría único, a un nivel consciente de satisfacción casi plena donde lo que realmente importa es vivir del mundo y no para el. Me alegra que reconozca en usted otra persona, otro ser que ha nacido gracias a un giro que muchos no creíamos posible. Andrés usted es un ejemplo para muchos... un ejemplo que quiero seguir.

Anónimo dijo...

Que rico! y llega de devenir con su cambio, que la mayoría de veces no es tan conciente como tu lo haces, que rico que lo compartas y yo quiero decirte que yo también estoy cambiando como el camaleón que veias a diario en tu oficina, reflejado en el monitor. sin embargo no sé porque me da como nostalgia.. no sé como soltarlo!