04 enero, 2007

Colombia

Los días de la Langosta terminaron. Ahora estoy trabajando para una empresa de comunicaciones generando ideas.

Me fui de Bariloche dejando a Moran y llevando conmigo la duda de estar haciendo lo correcto, una propuesta de trabajo se había concretado luego de varias semanas de negociación y era tiempo de regresar.

Muchas veces me pregunté si dejar mi viaje por un nuevo trabajo era darle la espalda a lo que había aprendido en el Tour de la Langosta. Pensaba en todo eso que me había hecho volar, en lo abiertos que estaban mis ojos, en la idea de libertad que había construido. Y de pronto me di cuenta que el volver era la gran prueba de fuego para mi aprendizaje. Era tiempo de comprobar si todo eso de lo que hablaba en el blog era cierto. Si esos nuevos paisajes que descubrí al lado de nuevos amigos, la falta de horarios y la inmensa sensación de vivir el presente se quedarían conmigo para siempre.

No fue fácil tomar la decisión.

Llegué a Bogotá en secreto y viajé hacia San Antonio al día siguiente para darle la sorpresa a mi familia. Me recibió un paisaje verde y nublado, una tierra que extrañaba y mi mamá con lágrimas.
Era extraño volver, abrazar a mi hermana, a mis padres y abuelos. Tal vez no había pasado tanto tiempo, tal vez había vivido muchas cosas.

A los 3 días de regresar Moran me escribió para decirme que quería venir a Colombia, hicimos los arreglos y se apareció en el aeropuerto de Bogotá el 25 de diciembre. Ahora vivimos juntos.

Trato de aferrarme a todo lo que aprendí. Cuando salgo a almorzar al medio día, trato de guardar un espacio para sentarme un rato en la banca de un pequeño parque que hay cerca. Estoy comiendo más despacio y hago lo posible por salir temprano de la oficina.
Ya no me preocupan tantas cosas y cuando siento que el estrés me invade me pongo a ver las fotos de mi viaje. A recordar que la vida es sencilla.

Algunas personas me han preguntado qué aprendí.
Y tal vez no importa tanto lo que aprendí sino lo que viví. Porque lo que aprendí tal vez se me olvide mañana, pero lo que viví es eterno.


El día que llegué me recibió mi amiga Ariadna en su apartamento.



Aquí con mi familia unos minutos después de aparecer.



El paisaje de San Antonio. Y Moran cuando lo vió me preguntó que yo que andaba haciendo por Suramérica.


Aquí con Moran en San Antonio. Ella es mi vínculo con el Tour de la Langosta. Con ella a mi lado es como si mi viaje no hubiera terminado. En su tiempo libre le gusta pintar hadas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que linda luna y que lindas fotos... es tu hogar y es maravilloso saber que lo tienes y cada uno de nosotros también, lo importante es seguir andando por el camino tratando de encontrar el sendero... Te quiero mucho y estoy muy feliz de verte y tenerte cerca. Blou, blou,blou

Anónimo dijo...

Hola Andru,

Muy buena forma de terminar con la historia, pero calita tliste... Las aventuras terminaron para todos los que nos pegabamos a leer tus palabras y elevar nuestra imaginación. No entendí en que punto de la aventura llegó Moran a tu vida, pero me parece muy bonito tu nuevo amor, te lo mereces. Espero que cada segundo de tu vida siga siendo una aventura. Cata

Malusa dijo...

De nuevo por tu senda Andres ...observando los paisajes por tus ojos . Se termina el tour de la langosta dicen ....yo creo que el ese tour jamás terminará ...y un día lejano ...espero muy , muy lejano lo podrás continuar en el paraíso .
No sé que camino anden tus pasos hoy , quizá el de una ciudad cosmopolita , quizá estés frente al ventanal de una oficina ...pero una afirmación que hiciste acá lo dice todo ...podrás alguna vez olvidar a dónde fuiste ...pero jamás lo vivido . Eso no se olvida
Saludos , Dios contigo
Malusa