03 enero, 2007

Bariloche, ¿qué puede pasar en 7 días?



Casi siempre las historias de amor embellecen los escenarios. Tal vez sea el caso de Bariloche, pero también puede ser que el escenario es hermoso por sí mismo. Lagos que se mecen al vaivén del viento, rocas que se asoman en la claridad del agua, montañas que emergen en el horizonte con su cabeza untada de nieve, arbustos amarillos que rompen azules y verdes, duendes escurridizos que engañan al corazón y protegen el alma de los árboles, caminos escondidos y paraísos de chocolate. Todo se junta en Bariloche para erigir un espacio que bien podría ser el reino del amor, sobre todo cuando lo compartes con alguien que te gusta.



Los días en verano se terminan a las 10 de la noche, debe ser que Dios le otorga a estos sitios más tiempo para recordarnos que existe lo eterno. Construimos con Moran una rutina sencilla. Nos levantábamos a las 9 o 10 de la mañana, desayunábamos cereal y bananos, elegíamos un nuevo lugar para caminar algunas horas, regresábamos en bus al centro y almorzábamos bife chorizo o ensaladas. Luego íbamos al supermercado y regresábamos a nuestra cabaña para beber un poco de vino y extendernos en largas conversaciones sin sentido.



El tiempo se fue rápido. Yo sabía que debía regresar para cumplir un compromiso de trabajo y ella sabía que sería imposible seguirme. Nuestro amor había tenido un nacimiento repentino pero tenía un final escrito. Menos mal que hay historias a las que les puedes cambiar el final.



1 comentario:

Anónimo dijo...

El final siempre es impredecible... depende del cosmos y como casi nada está en nuestras manos... si nos dejamos llevar todo se da! Blou,blou,blou