22 septiembre, 2006

Lima

En los tres meses de viaje más o menos el 80% de los turistas que encontré fueron robados en Perú. De ellos el 50% había perdido algo en Lima. Por supuesto, pocos turistas permanecen en ésta ciudad más de unas cuantas horas mientras pueden tomar un bus hacia otro destino. Miedo y Desconfianza son los gobernantes que el pueblo ha elegido para estas tierras. A eso podemos agregarle que el famoso escritor peruano Jaime Baily habla de “Lima la horrible” en su libro “La noche es virgen”, mientras Mario Vargas Llosa no hace más que preguntarse en qué momento se jodió Perú.

Yo, a decir verdad, tenía mis dudas. Con esa constante curiosidad por conocer si la gente tiene o no la razón, me quedé aquí por tres días. El último día antes de abandonar el hostal, mi Palm ya no estaba en la mochila. Gooooooooool, de Perú. Pero allí no termina la historia, tampoco allí comienza, vamos por partes.

Escogí un hostal en Miraflores, tal vez la zona más exclusiva de Lima. Es aquí donde empiezas a entender por qué sienten rabia los cholos, por qué intentan robarte en cada taxi, en cada hostal, en cada agencia de turismo. Comprendes por qué todos quieren cobrarte más de la cuenta. Es que en Perú siempre hay alguien que quiere un poco más de ti.

Las calles de Miraflores no hacen juego con los niños peruanos que suben a los buses para cantar desentonados serenatas en Quechua. Cualquier peruano mestizo y mal vestido que camine por San Isidro de inmediato muere aplastado por los ostentosos edificios bancarios con sólo verlos.
Y que me cuenten con los dedos de una mano los peruanos mestizos que entran a Starbucks y los peruanos blancos que ves en Chinatown. Porque son o pocos o ninguno.
Y que me expliquen por qué cuando iba en el bus hacia el centro de Lima el conductor me advirtió que no caminara por cierta calle con mi cara blanca, y es que yo no camino con mi cara, yo camino con mis pies, que son aún más blancos.

Tal vez todos los países de Suramérica se caractericen por el abismal espacio entre ricos y pobres, pero aquí en Lima ese espacio es definitivamente más grande, o al menos así se siente. Lima bien podría ser un país distinto al resto de lugares que he conocido del Perú. Los peruanos bien podrían vivir en el mismo país, pero viven como enemigos.
¿Qué podrá esperarle a un país en el que la UNIDAD es otra de las cosas que Perú perdió en la guerra del Pacífico?
¿Qué podrá esperarle a éste pueblo que ve en cada metro cuadrado de cemento un basurero? Que ve en cada turista la oportunidad de alimentar hoy a sus hijos.
Aquí se siente que los ricos son en verdad muy ricos, y los pobres, muy pobres. Los blancos, muy blancos y los cholos, mucho menos que los blancos.

Tal vez sólo tengo un poco de rabia, tal vez sólo deseo que mi Colombia no sea igual.

Me gustó caminar por Miraflores, andar por Larco, por Pardo, por los miradores de la playa. Se siente bien. Se siente seguro. Se siente “super play”. Pero si te gusta ver un poco más allá de las cosas entonces no sabrás si sentirte feliz o triste cuando lees en cada esquina un anuncio de: TODO MIRAFLORES está vigilado con cámaras de la policía. Que bueno es caminar en paz, que triste es necesitar cámaras para garantizar esa paz.
Pero continuemos la historia, el primer día me peluquearon en una sala de belleza propiedad de una italiana. Para las fans del afro, no me corté mucho.
El segundo día era el día de subir a un bus sin rumbo, terminé en el museo de la nación, tal vez uno de los mejores museos que he visitado jamás, tal vez aún deba conocer más museos. El caso es que me gustó. Al finalizar pude visitar una exposición fotográfica de los últimos 20 años del Perú. La historia de éste pueblo también fue escrita con sangre como la de mi país, con guerrillas, masacres, corrupción, campesinos maltratados, caudillos asesinados, carros bomba y otros inventos de las masas inconformes. Definitivamente la sangre humana tiene el mismo color en todos lados, y las lágrimas son igual de descoloridas.
Ha habido en estas tierras culturas tan avanzadas a través de los siglos que tal vez por eso para Vargas Llosa es difícil comprender en qué momento se jodió Perú. Mi teoría no es nueva ni vanguardista, mi teoría dice que Perú ya estaba jodido desde que Atahualpa decidió enfrentarse a su hermano Huáscar por el territorio Peruano y Ecuatoriano, la historia sigue igual, Peruanos enfrentados a Peruanos, aquí ese enfrentamiento es cotidiano, es omnipresente. Y no estoy criticando, sólo estoy describiendo.

El tercer día visité el centro de la ciudad. No se siente peligroso como dicen. Hay tanta gente caminando que sería difícil que alguien te atraque o te robe. Tienen un gran paseo peatonal que parte de la plaza, también tienen una plaza llena de flores, policías y algunos manifestantes. Han construido además cientos de plazas.

Hay algo irresistible que respiro en el aire de Lima, pero es como intentar describir lo que me produce el olor de la humedad, o el olor a mango o el del chocolate caliente, el olor de Lima es difícil de explicar, pero me atrae, me lleva, me encierra, podría no querer salir, podría no querer volver. Me gusta su transporte desordenado, bullicioso y pequeño, me gustan sus calles, me gusta que les guste el acento colombiano, me gusta que les guste que soy blanco. Es difícil no sucumbir ante la venia que le hacen a la falsa supremacía de ser blanco y extranjero. No se por qué me gusta ésta ciudad donde los carros son más importantes que los peatones, donde los jardines publicitarios de los puentes son más importantes que los niños.

El cuarto día salí de mi dormitorio compartido para desayunar algo en el comedor. Cuando regresé mi mochila estaba abierta y la Palm no estaba. Fui de inmediato donde el dueño a informarle lo sucedido y él lo tomó con la mayor de las calmas. – Debe estar por allí, algún israelita la debió coger prestada para dejarla en otro lugar-. Caminó entonces hasta mi habitación para abrir un cajón de la mesa de noche. ¡Allí estaba la Palm! No tuvieron la suerte de que me fuera olvidándola en un lugar donde yo jamás la había puesto. La tomé en mis manos más incrédulo por el descaro del sujeto que por haber recuperado el aparato. Empaqué y salí, mientras escuchaba que el dueño del hostal gritaba tras la puerta. - ¡Esperamos que vuelvas!

Este es el Perú, tan sorpresivo como sus paisajes. Montado en el bus puedes andar dos horas viendo sólo desierto y de pronto aparecen cultivos verdes de la arena, y te preguntas ¿Cómo pudieron hacer crecer algo en ésta tierra amarilla y seca? ¿Cómo hicieron para crecer éste país de conciencia árida y almas desérticas? Alguna respuesta debe haber. Tal vez se encuentre en el corazón de aquella peruana que un día conocí, o en la sonrisa de los niños que hacen loros de plastilina y se golpean con violencia.

Desde un mirador de Miraflores... Redunda pero es cierto.

Desde el ascensor de la exposición fotográfica.


Un parapentista volando por los cielos de Lima, es otra de las atracciones de la ciudad.


El oceano pacífico se ve inmenso desde la costa Limeña

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