19 agosto, 2006

Jumanji

El día que abandonábamos Baños de Agua Santa, justo antes de salir del hotel, el dueño nos preguntó hacia donde íbamos y le contamos que íbamos a Puyo. Hizo mala cara y mientras sacaba un álbum de fotos dijo que Puyo no era bonito, que deberíamos ir a un pueblo que quedaba un poco mas lejos, se llamaba Misahuallí. Nos mostró algunas imágenes y sin pensarlo demasiado nos encaminamos hacia éste pueblo situado en la boca de la selva oriental ecuatoriana, justo antes de la selva amazónica.

Recorrimos 2 horas en carretera de asfalto y otras 2 en una carretera pavimentada con tierra, colores y piedras.
En el camino subió al bus una pareja de turistas alemanes, yo los vi y ellos me vieron, pero en ese momento sentí pena de saludar. Luego el tiempo se encargaría de recordarme que siempre hay que ser amable con toda la gente, porque a veces conocemos personas que creemos, no tienen nada en común con nosotros, y aunque juramos que no hacen parte de nuestro planeta, luego aparecen para recordarnos que hacemos parte de la unidad, de un equilibrio en el que todos nos servimos de todos. Ahí estaban ellos sentados y yo mudo, pero en unas cuantas horas me acompañarían en un tour por la selva, y en unos cuantos días me tenderían su mano en una de esas extrañas vueltas con que Dios condimenta nuestra vida.

Al fin, llegamos a Misahuallí.

Encontramos un buen hotel y luego de instalarme salí por una de las 4 cuadras que componen el pueblo y fue entonces cuando me alegré profundamente por la decisión de ir a ese lugar, había monitos regados por todo el parque central. Tomando Coca-Cola, robando frutas, jugando en las bancas, burlándose de la vida.

Aunque me gusta visitar los zoológicos para conocer animales, creo que prefiero verlos así, cuando en sus ojos no están reflejados los barrotes. La gente del lugar parece vivir un infierno evitando por todos los medios que estos lejanos antepasados hurten lo poco que tienen, pero es divertido ver como pelean las personas con los monos y como juegan los monos con los perros.

Ese día, antes de caer la noche, buscamos un tour por la selva.
Necesitábamos al menos de otras 2 personas para obtener un buen precio y fue entonces cuando apareció la pareja de alemanes y se unió al tour. Unos minutos después una pareja de holandeses llegó para completar un grupo de 6 personas y con ello obtuvimos un buen precio para un recorrido en lancha por el río Napo, una caminata de 5 horas en la selva y una entrada al albergue de protección de animales.

El viaje se organizó para el día siguiente y nos citamos antes de las 8 am para alcanzar a cumplir con el itinerario. Partimos muy temprano no sin antes calzarnos unas botas de caucho incluidas en el tour. El fuerte olor que quedaría en nuestros pies al finalizar el día era completamente gratis.

En el camino cayó una fuerte lluvia que el guía solucionó cortando grandes hojas de plátano que nos servían de sombrillas, luego el clima estuvo a nuestro favor y nos permitió hacer una caminata tranquila fotografiando mariposas, flores y árboles centenarios, siempre con el pesar de no poder capturar el olor de la selva virgen, el canto de las alas de las aves, el arrullo de las gotas de lluvia y la danza de las hormigas Conga.
Antes de regresar hicimos una parada donde se albergan animales que captura la policía en el tráfico de animales. En éste seudo-zoológico conviven voluntarios extranjeros dedicados a la curación, alimentación y cuidado de los animales, es tan agradable el ambiente que se vive, que por varios momentos desee quedarme allí para ayudarles.
Mientras más avanza el viaje me hago más consciente de lo mal que tratamos a nuestro mundo, y la gran abundancia que el se empeña en ofrecernos.

Llegamos nuevamente a Misahullí al caer la tarde, compartimos una comida entre nuevos amigos y luego nos despedimos aparentemente para siempre.

En la madrugada erupcionó el volcán Tungurahua para cambiar mi ruta y la vida de miles de personas en las inmediaciones de Baños de Agua Santa, el lugar donde habíamos estado dos días antes, y Riobamba, el lugar al que iría la mañana siguiente.


Jumanji

Un monito del albergue de animales.


Un monito tomando Coca-Cola. Es un poco triste, pero también un poco divertido.

Aquí sentados en la banca... ¿Y cuál es el mono?

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