04 agosto, 2006

Después de las ballenas...

Después de haber visto las ballenas en Puerto López visitamos la reserva natural Machalilla, un lindo parque lleno de pájaros de muchos colores, ardillas, iguanas y una que otra vaca. Allí fuimos con Koji y nos bañamos en aguas de azufre, nos cubrimos de barro y comimos galletas. Al día siguiente con gran pesar abandonamos éste pueblo abundante en espíritu y gente amable.

Nos fuimos a terminar la ruta del sol a una ciudad que se llama Manta. Sólo pasamos la noche en ese lugar y salimos al día siguiente. En realidad era una ciudad muy grande y luego de salir de un pequeño pueblo con tan buena energía como Puerto López, llegas a la urbe y sientes que los edificios y las calles te atropellan.

La mañana que abrí mis ojos en Manta Koji había salido temprano y alguien golpeó muy fuerte en mi puerta como si quisieran tumbarla. Yo me asusté porque sabía que mi amigo no llamaría así, entonces hice como en el chiste del niño que engrosa la voz y pregunta “¿quen toca a peta?”, y pregunté muy fuerte – ¿Quien es? – varias veces, hasta que respondieron - ¡Policía de Inmigración! – Y entonces tuve tiempo de sacarme un poco el susto mientras también buscaba mi pasaporte y abrí la puerta temblando… sólo se trataba de una registro de control, pero me alcancé a preocupar un poco.

Luego de Manta fuimos a otra pequeña ciudad un poco más acogedora que se llama Bahía de Caráquez. Esta ciudad ya no hace parte de la Ruta del Sol pero quisimos ir hasta allí porque las imágenes de los folletos de turismo se veían muy atractivas.
Cuando llegamos al Terminal tomamos un taxi-bicicleta que nos llevó con mucho esfuerzo por la orilla de un malecón medio destruido que hacía las veces de frontera para dividir una gran masa de agua dulce y salada con color a barro, de 2 pedazos de tierra uno en frente del otro. Esa era Bahía de Caráquez, un sitio que promete más en fotos.

Llegamos a un hotel que nos recomendaron en el Terminal y desde afuera se veía que era una casa muy vieja y pobre. Delegué en Koji la responsabilidad de subir a conocer la habitación y cuando bajó me dijo – 2 dólares la noche y sería una buena experiencia -. Crucé la puerta y entendí por qué mi amigo decía que era una buena experiencia. Después de que te alojas en un lugar como ese, puedes quedarte en cualquier otro lugar y te parecerá un palacio. Acepté el reto y pasamos allí 3 noches seguidas librando una batalla a muerte con los mosquitos, usando el baño a ciegas y riendo un poco de lo sencilla que puede ser la vida.

No se muy bien por qué decidimos quedarnos tantos días en esa ciudad. Tal vez porque encontramos otra escuela de la Fundación de Sai Baba, o porque estábamos seguros de que sería el último destino antes de regresar a Guayaquil. El caso es que pasamos allí 4 días y logramos entretenernos viajando en la “Gabarra” (una especie de ferri que usan para pasar de un lado al otro), leyendo y comiendo en un restaurante colombiano, jugando fútbol con otros niños en la playa, y olvidando un poco en una ciudad que parece olvidada.

El día que partí, debo confesar que deseaba llegar a Guayaquil, creo que mi amigo Henry Toquica tenía razón… se aprende a querer ésta ciudad. Extrañaba sus calles atestadas en el día y fantasmales en las noches. Extrañaba éste sentimentalismo que se te mete en los huesos y te hace temblar y escribir blogs como éste.

Volví a Guayaquil porque aquí me encontraría con mi papá y porque trabajaríamos en una feria de comic japonés por 5 días, donde venderíamos el inventario de saldo luego de la feria del libro. Llevamos 3 días y creo que lo lograremos sin mucho esfuerzo.

Y mientras escribo en un café Internet de la calle 9 de Octubre, es muy chistoso, porque tengo al lado una niña de 4 años que se está entreteniendo mientras hala la incipiente barba que me ha comenzado a salir luego de 20 días de no afeitarme. Creo que al igual que yo, ella también piensa que son de mentiras esos pelos que me han salido en la cara.

No se por qué no puedo subir las fotos... se las quedo debiendo...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como dice papi, hay gente para todo, a pesar que recuerdo una época en que una amiga y yo viajabamos por varias ciudades de Colombia por cuestiones de negocios y teníamos que ir a hoteles baratos lo máximo que tuvimos que soportar fue que mientras la una se bañaba la otra tenía que subir los pies o sino se le mojaban porque la ducha era con cortina y quedaba corta y el baño no tenía puerta, pero creo que yo no podría ir a un hotel como el que tu estuviste con animales y demás, !que experiencia¡ hay gente para todo, pero PARA MI sin exagerar jajaja.
Me da mucha alegria cuando reviso el blog y veo que lo has actualizado, es muy interesante leer todas las aventuras que has tenido y saber de ti.
Te mando un besito mmmuuuaa te quiero muchooo Tu mami

Anónimo dijo...

Que susto amigo mio.... yo te lo dije, lo de la habitación se estaba demorando... me encantan tus aventuras... y claro... ya estás super mechudo, ya te empiezas a despercudir de la urbe y le das la bienvenida a la aventura. Besitos. Blou, blou, blou