20 septiembre, 2009

Año Nuevo en Israel - ראש השנה בישראל


El año nuevo en Israel se celebra en una fecha diferente a la que se celebra en gran parte del planeta, teniendo en cuenta el calendario judío y variando cada año de acuerdo a su correspondencia con el calendario occidental. Casi siempre coincide con el mes de septiembre u octubre.

Tuve la fortuna de ser invitado a recorrer la Ciudad de David la noche anterior a la celebración. Un lugar que se cree sirvió de cuna al reino del Rey David y el Rey Salomón, y de donde se han recobrado recientemente túneles y cavernas milenarias (de al menos 3.000 años de antigüedad) y en los últimos meses sellos con las firmas de grandes profetas.

Acompañados por una guía israelí, que como buen augurio para el nuevo año, se encontraba en avanzado estado de embarazo, recorrimos durante 1 hora y acompañados de la música que incluí en la edición del video, las escaleras y pasadizos de este lugar del que, como muchos otros en Jerusalén, no se puede asegurar quién los ha construido o quién vivió en ellos, pero la imaginación y el deseo de que la historia que cuentan sea cierta, le imprimen la magia necesaria para disfrutar la experiencia.

Mientras caminamos, nos detuvimos varias veces para que nuestra guía leyera apartes de la biblia en los que debo resaltar uno en el que ella, después de terminar de leer, comparó a la religión cristiana, donde los santos se exhiben como seres especiales, libres de pecados y en completo estado de pureza, con el judaísmo donde los profetas y guías del antiguo testamento, como el Rey David, son presentados con sus defectos humanos, mucho más cercanos y fáciles de seguir para nosotros los mortales. Esta parte me llamó mucho la atención pues nunca había caído en cuenta de esa glorificación a la perfección que se resalta siempre en los santos de la iglesia católica, y mucho menos había tenido en cuenta la humanidad de los profetas judíos, que además se comparten con la religión católica.

Fuimos para terminar al muro de los lamentos o Kotel, donde cientos de judíos y además muchos turistas como yo, nos reunimos, unos para pedir perdón por los pecados, otros para observar y absorber la energía de ese sitio con sus oraciones, gritos y lágrimas.

Al día siguiente nos reunimos en la casa de la madre de Morán donde toda la familia lamentó la ausencia del abuelo Benny, que estoy seguro nos acompañó desde la dimensión donde se encuentre, y nos dimos la oportunidad unos a otros de compartir lo que nos pasó de bueno en el año, y yo, hinchando el pecho de orgullo me atreví a decir mis palabras en hebreo, con algunas equivocaciones, por supuesto, pero fluido y sin vacilaciones (por cierto, el orgullo o soberbia es uno de los pecados capitales de la religión católica, pero me sigo sintiendo orgulloso porque bastantes horas de estudio me han costado esas palabras). Con Morán elaboramos pequeñas figuras de Fimo (un material parecido a la plastilina pero que se endurece en el horno) tratando de simular a cada uno de los miembros de la familia y los colocamos sobre los platos donde cada uno debía sentarse, este simple detalle causó una gran sensación pues para todos fue muy divertido descubrir cómo lo vemos y qué elemento distintivo elegimos para caracterizarlo.

Luego nos reunimos para comer, comenzando por la repartición del pan y del vino que se da en orden, primero el vino, donde todos los hombres, desde el más mayor hasta el menor toman un sorbo de la misma copa y luego se sigue con las mujeres también en el orden de edad (nunca dejo de imaginarme como sería si estuviera allí con mi familia, estoy seguro que haríamos algún chiste por lo que implica revelar nuestras edades y ordenes de vejez, sobre todo el de las mujeres).
En cuanto al pan, el hombre mayor de la familia lo parte con la mano y nos entrega a cada uno un pedazo no sin antes haber derramado un poco de sal en cada trozo (lo siento pero no sé que significa la sal).

Después de comer, (no voy a entrar en detalles porque son las 5 de la tarde y no he almorzado), nos reunimos para jugar un poco de mímica y luego despedirnos cargados de energía para el nuevo año judío.