12 septiembre, 2008

Para vivir y convivir en Israel hay que saber: Parte 1.


- Que el domingo es como el lunes y el jueves como el viernes.
La religión judía guarda el Shabbat comenzando el día viernes alrededor de las 5 p.m. y hasta el sábado a la misma hora. En ese tiempo no podrás encontrar ni un hijueputa bus, y muy difícilmente un taxi. Las calles están vacías y prácticamente todas las tiendas están cerradas. En las ciudades religiosas es más extremo el respeto del shabbat pero en lugares como Tel Aviv la ciudad es más movida. Sin embargo el tema de los buses si se conserva a excepción de las ciudades árabes, que guardan el viernes.
Todo esto hace que el Domingo, sea como el lunes pues es el primer día laboral de la semana como lo puedes observar en cualquier calendario occidental. De la misma forma el jueves se toma como el viernes nuestro, el día de la rumba.
Si tienes que hacer algo, debes hacerlo a más tardar el viernes en la mañana o tener un carro.

- Que debes estar pendiente de qué restaurantes son kosher.
En palabras sencillas, kosher es todo lo que preserva los preceptos de la biblia con respecto a los alimentos. En un restaurante kosher no se te puede ocurrir pedir cerdo, hamburguesa con queso, combo de hamburguesa con malteada o comida de mar como camarones, cangrejos o langosta. Me pasó que iba con Moran por la calle comiendo un helado y ella quiso comprar algo de comer en un chuzo “X” que era kosher y me tocó quedarme afuera porque no podía entrar comiendo algo que tuviera leche. También supe de un caso más extremo en el que una mujer que iba a dar leche a su bebé en un restaurante de carnes super kosher, la mesera le pidió que lo hiciera afuera.

- Que los carros te dan paso.
Me ha ocurrido en más de una ocasión que voy a atravesar la calle y paro para que el carro que viene no me atropelle, pero siempre esperan a que yo pase. En conclusión, hay que atravesar las calles casi sin mirar y no sobra decir que se ve un poco raro agradecer al conductor por haberse detenido.

- Que la gente porta armas.
Es algo natural que los soldados anden por la calle con sus fusiles, en los centros comerciales, en los buses, en el tren, en el baño, en todas partes. Los cargan sin el proveedor puesto, cosa que me tranquiliza cuando se sientan cerca de mí y el arma me apunta sin querer. También hay que saber que hay muchas mujeres soldados y también cargan fusil.



- Que la diferencia de precio cuando se compra poco o mucho de algún producto es abismal.
Si compras una botella de jugo o agua de 300 ml puede costar 3.000 pesos colombianos, pero si compras una de un litro puede costar fácilmente $5.000. Lo mismo ocurre con casi todo lo comestible, si compras un solo paquete de papas costará alrededor de $1.500 y si compras un paquete de paquetes termina saliendo en $800. Por ello es mejor comprar grande y salir de casa con bebida y comida en tu maleta.

- Que cuando tomas un bus debes saber tu destino.
Te subes y de una le dices al chofer para dónde vas, mejor aún si sabes cuánto va a valer el recorrido y así le das el dinero exacto. Ah! Y no se te puede olvidar coger el ticket que bota la máquina porque el conductor se puede molestar.

- Que debes guardar el tiquete del bus.
Después de que subes debes conservar el tiquete pues un supervisor puede subir en cualquier momento y revisar si dijiste la verdad de tu destino. No tengo idea que pasa si no llevas el papel contigo o si dijiste un destino diferente.

- Que las botellas plásticas se botan en un lugar especial.
Todas las botellas plásticas van a parar a unas canastas ubicadas cada 300 o 400 metros o en los supermercados.



Foticos Extras

En una calle de Tel Aviv alguien sacó a asolear su sofá.

Saqui, Caqui: En un parque de Ra'anana hay bolsas para que la gente recoja el popo del perro. Nadie se roba las bolsas, pero nadie recoje el popó.

Un muro mounstruo.

Playa de Tel Aviv. Todas las playas tienen salvavidas, baños y vestieres, no muy limpios pero aceptables.

Atardecer en la playa de Tel Aviv. Es increíble pensar que en esta ciudad la gente puede ver este atardecer casi todos los días del año. Falta ver si después de verlo todos los días de pronto para la gente ya no es especial.

El tren cubre rutas entre ciudades que los buses no. Se mueve relativamente rápido y vale más o menos viente mil pesos por un trayecto de 1 hora.

Un niño judío y soldado.

09 septiembre, 2008

Corto Cuento Judío

Timbramos y Abraham Olmert nos abrió la puerta de su casa, a la izquierda la pulcra cocina integral, a la derecha la sala con el plasma encendido, al fondo el balcón donde nos sentaremos a pasar parte de la tarde.

Voy con mi amigo Yehoshua, él, gordito con barba de papá Noel se sienta a la mesa y se mete a la boca el primero de una serie de bizcochuelos que Esther, la esposa de Abraham compró en el Super de Abuá para calentar en el horno. La hija de Yehoshua, quien es mi traductora de tiempo completo se sienta a mi lado y bebemos un poco de limonada con hojas de menta que flotan en la jarra. Este día es especial porque toda la familia quiere conocer al nuevo miembro, o sea yo, Yaniv Alberto.

Olvidé mencionar que al sentarme ya he conocido a casi todos los miembros de la familia, Abraham es el rey y señor del hogar, azkenazí él. Esther es su esposa, marroquí ella. Michal es la hija mayor, bien azkenazí y actualmente terminando el servicio militar. Luego sigue Jacob, el del medio, y quien no está presente pues se encuentra en un viaje escolar conociendo las ruinas de los campos de concentración en Polonia, un viaje que hacen todos los jóvenes del país. Al final aparece el tierno Shlomo de tan sólo diez años y de quien me han contado, se expresa como un adulto.
Como no entiendo un carajo del hebreo abro la boca cada minuto para engullir un nuevo pastel o dar un sorbo a la limonada mientras escucho como se desenvuelve la conversación. Michal la ha iniciado hablando de un entrenamiento que llevó a cabo hace unos días en un campo cercano a Haifa y donde, que chistoso, le tocó disfrazarse del enemigo. Le pusieron un trozo de tela en la cabeza para parecer musulmán y una barriga de mujer embarazada, es un enemigo aguerrido, lo veo porque han traído el computador portátil para mostrarme las fotos que ya subió al Facebook. Cuenta que para caracterizar bien su papel gritaba sin parar agarrada de una de las piernas de un soldado, a casi todos les parece gracioso y yo no paro de mirar las fotos de este juego de niños que termina muchas veces en la muerte de otros niños.
Michal nos cuenta que el lugar es una réplica de alguna ciudad árabe y que entrenan perros pastor alemán y belga para matar árabes, esto lo sé por mi traductora, a quien intento corregir diciéndole que no los entrenan para matar árabes sino para matar personas, entonces ella me corrige a mí enfática: NO, para matar árabes.
La conversación se convierte en una pequeña discusión sobre cuáles son los territorios más peligrosos de Israel. Michal, quien los conoce de memoria, nombra el más aterrador y es entonces cuando el pequeño Shlomo dice que quiere prestar su servicio militar allí. Su madre frunce el seño y le dice en voz baja que él jamás pisará ese lugar.
Mientras la conversación transcurre, Abraham, en un inglés impecable, me hace algunas preguntas del país donde vengo, luego de constatar que conozco la situación de mi nación y de la suya, hace un rápido recorrido por la historia del holocausto y dice que el presidente de Irán no se anda con pendejadas y que habla en serio cuando anuncia que exterminará Israel, de la misma manera en que Hitler publicó su deseo de exterminar a los judíos, y es por ello que la historia no se puede repetir dos veces. Todos los israelíes deben estar comprometidos con la defensa del territorio, ese es también el ideal de su familia y es por ello que su hija, además de prestar los dos años de servicio militar, también fue durante un año a un lugar cercano a la franja de Gaza para prestar servicio social.

Ha llegado un nuevo pastel a la mesa y unos hojaldres que me vienen perfectos para seguir callando. Veo a Michal y le pregunto a través de mi traductora cuántos años tiene, a lo que responde “esrim”, o sea que tiene veinte. Pienso un poco en todo lo que ha vivido esta mujercita menuda a su edad y trato de imaginármela disparando un fusil o manejando un tanque de guerra, entonces recuerdo que a los 18 yo también andaba por ahí disparando un Galil 5.56 israelí tratando de tener buena puntería para ganarme permisos, apuntándole a una diana dibujada sobre la caricatura de un guerrillero.

Se oye un golpe y luego el timbre, es una vecina muerta del miedo porque una paloma ha entrado en su cocina y quiere que alguien la ayude, todos gritan alarmados y mi amigo Jehoshua dice: esta es la realidad sobre nosotros, los valientes israelíes.

*Askenazí: Askenazíes o asquenazíes, es el nombre dado a los judíos que se asentaron en la Europa central y oriental —principalmente en Alemania, Polonia, Francia, Ucrania y Rusia; zona llamada precisamente por los judíos medievales, «Askenaz»— hacia comienzos del siglo X. Desarrollaron costumbres y leyes particulares, que les diferenciaron en ciertos temas de las otras principales partes del pueblo judío —los sefardíes— y los judíos mizrajíes, llegando incluso a crear una lengua propia, el yídish, surgida de la combinación de los dialectos germanos de su región con influencias eslavas y hebreas. Antes del Holocausto, los askenazíes representaban más del 90% del total de los judíos del mundo; en tanto a día de hoy, su peso relativo se ha reducido a un 80%.
Fuente: Wikipedia.

*Se reconoce a un askenazí por su piel blanca y ojos claros.
Fuente: El Tour de la Langosta.

*Los nombres fueron cambiados.