03 julio, 2006

Todo se Transforma

Ayer dejé Quito con algo de nostalgia, la ciudad del clima perfecto, de la gente amable, de las puertas a mundos ocultos, de las calles tranquilas.

Allí dejé una tercera abuelita, Vilmita.
Una señora que me acogió en su casa durante mi estadía y que hizo amables mis mañanas con un café e hizo amenas mis noches con sus cuentos. Ayer mientras iba en el bus hacia Guayaquil por primera vez pensé que tal vez jamás la volvería a ver, creo que se me arrugó un poco el alma.
Cuando fuí a recoger mi maleta en la noche, me encontré con que Vilmita había sido atropellada por una bicicleta y tenía un fuerte golpe en el rostro. Fue triste dejarla así, tan sola y tan atropellada. (Casi no se deja tomar la foto pero no la publiqué porque sé que a ella le daría pena salir en el estado en que la encontré).
Desde aquí todos los deseos para que se mejore.

Viaje toda la noche y por desconfiado me subí el morral conmigo (No quise echarlo en el equipaje como los demás), las sillas eran muy pequeñas y tuve que viajar las 7 horas sin mover las piernas, la próxima vez confiaré un poco más o tendré que enseñarle a mis piernas a no dormirse en los viajes.

Hoy he llegado a Guayaquil en la mañana y ya conocí el lugar donde me hospedaré durante la feria del libro. Una amable pareja de esposos me rentó un apartamento vació para vivir con Koji.

Nuevamente me embarga una gratitud enorme hacia la vida por colocarme tanta gente buena alrededor y tantas “coincidencias” que como señales de buen presagio siguen apareciendo en el camino.
Por éstos días “coincidió” mi visita a Ecuador con un viaje de mi papá y he podido compartir con él un tiempo especial, casi como unas cortas vacaciones de padre e hijo.

Recuerdo que mi hermana Mónica me compartió una canción de Jorge Drexler que se llama “Todo se Transforma” y no puedo más que creer que como el dice: “nada es más simple, no hay otra norma: nada se pierde, todo se transforma.”

Me siento muy feliz y aquí les dejo la letra de la canción, por si la pueden bajar de algún lugar o comprar el CD.

Tu beso se hizo calor,
luego el calor, movimiento,
luego gota de sudor
que se hizo vapor, luego viento
que en un rincón de La Rioja
movió el aspa de un molino
mientras se pisaba el vino
que bebió tu boca roja.

Tu boca roja en la mía,
la copa que gira en mi mano,
y mientras el vino caía
supe que de algún lejano
rincón de otra galaxia,
el amor que me darías,
transformado, volvería
un día a darte las gracias.
Cada uno da lo que recibe
y luego recibe lo que da,
nada es más simple,
no hay otra norma:
nada se pierde,
todo se transforma.

El vino que pagué yo,
con aquel euro italiano
que había estado en un vagón
antes de estar en mi mano,
y antes de eso en Torino,
y antes de Torino, en Prato,
donde hicieron mi zapato
sobre el que caería el vino.

Zapato que en unas horas
buscaré bajo tu cama
con las luces de la aurora,
junto a tus sandalias planas
que compraste aquella vez
en Salvador de Bahía,
donde a otro diste el amor
que hoy yo te devolvería......

Cada uno da lo que recibe
y luego recibe lo que da,
nada es más simple,
no hay otra norma:
nada se pierde,
todo se transforma.