01 julio, 2006

En busca de la Nieve PARTE 4

(Esta foto era a la izquierda) Se ve negra la roca, y la nieve se ve cerca, pero en realidad había un abismo entre la tierra y la nieve.



Me di media vuelta y comencé a devolverme. ¿Cuántas veces estamos cerca de lo que queremos y tenemos que tomar la decisión de abandonar?

Tal vez sea alguna ley de la vida, no lo sé.

Sé que mientras uno se preocupe por conservar su integridad y su vida puede darse el lujo de abandonar. Siempre y cuando tenga en la mente que algún día, en algún lugar, alcanzará eso que quiere. No quiere decir que no sea triste, siempre será triste, pero sé que se me pasará ésta tristeza.

La emoción de ese instante en que me sentí perdido y sólo, creo que no la olvidaré. Y la grabé en el video para que cuando se me olvide pueda recordarla.

Hay momentos que marcan tu vida, y sabes que marcan tu vida porque en la noche no puedes dormir pensando en eso que ocurrió. Y yo anoche no podía dormir.

Pero bueno, me devolví y aquí estoy contándoles ésta historia medio triste, adjunté mas abajo otras fotos que tomé luego. Espero que antes de que termine el Tour de la Langosta pueda cumplir con mi objetivo y tomarme una foto en la nieve.

Bajando del refugio encontré a alguien que me tomó esta foto.

Llegué al carro y tardé como 10 minutos congelándome afuera hasta que me di cuenta que Manuel estaba adentro, profundamente dormido. Luego bajamos y me tomó ésta foto al lado del lago.

Aqui salgo con Manuel Topaipí, ¿Si ven que se parece a Lucho Garzón?

En busca de la Nieve PARTE 3

Si las segundas partes son malas, las terceras lo son aún más.
¿Qué les puedo decir?
No había nadie a mi alrededor, no había camino y yo sólo sabía que arriba cuando las nubes se corrían me dejaban ver un poco de nieve.

Al principio el suelo era de un polvo no muy fino de color gris ceniza. Los pasos se me comenzaban a enterrar y sentía que emientras mis pies se resbalaban en realidad me estaba regresando.

El oxígeno comenzó a faltar nuevamente y el viento estaba mas fuerte, en ocasiones tenía casi que acostarme para no sentir que podía salir volando, situación que con mi peso no habría sido muy difícil.

Después de un rato el suelo ya no era tierra, eran piedras color naranja que fueron cambiando de tamaño en la misma medida en que sentía que mi cabeza también lo hacía.

En un momento que paré a descansar tomé la siguiente foto hacia abajo.


Al sol a veces se le ocurría asomarse, y cuando lo hacía, el viento parecía detenerse y yo aprovechaba para avanzar.
Pero luego el viento se fortalecía y las rocas erán aún más grandes por lo que ya no podía caminar tan fácilmente. Comencé a andar como los simios, en 4 patas.

De vez en cuando me detenía y sentía miedo pero miraba hacia arriba y sentía que ya no estaba tan lejos, pero también miraba hacia abajo y sentía que podría perderme muy fácilmente.
En ocasiones sentía que si el viento me tumbaba saldría rodando sin poder detenerme.

La foto que sigue, la tomé mientras la niebla cubría la nieve en la cima.
Creo que la cuesta era como de unos 45 grados.

Creo que subí hasta los 5.000 metros, me faltaba el aire, y me sobraba mucho miedo.

Sentí que podría no regresar, sentí que mi sueño se alejaba y sentí muchas ganas de llorar.
Debí haber llorado, así de pronto mis lágrimas se habrían convertido en un copo de nieve y habría podido tocarla.

Me acosté en la ladera entre las piedras, saqué mi cámara y tomé fotos en los 4 puntos cardinales para poder documentar luego ¿por qué me devolvía?, y no sentirme tan mal por fracasar.

Tomé la decisión de regresar cuando aún me faltaban unos 300 metros que parecían 1 kilómetro. También tomé un corto clip de video con la emoción que sentía en ese lugar, tal vez algún día lo pueda publicar y lo puedan ver. Era una mezcla de cansancio, rabia y mucho miedo.

Esta foto era hacia abajo.

Esta foto era hacia mi derecha. Esta foto era hacia arriba.
Esta foto era hacia arriba (pero con zoom).

En busca de la Nieve PARTE 2

Mientras seguía subiendo también me tranquilizó ver que en las piedras a la orilla del camino había nombres anotados en tiza blanca.
Como no tenía con qué anotar, pero sentía que debía dejar mi huella, busqué una de las tantas piedras naranja que empezaron a aparecer y tracé una "A" en una roca plana.

Finalmente luego de mas o menos 30 minutos de caminar llegué a los 4.800 metros, preguntándome seriamente como hacen los alpinistas que van sobre los 8.000 metros.

Entré al refugio y encontré mas o menos unos 6 montañistas europeos, dos de ellos habían hecho cumbre la noche anterior y los otros se disponían a subir. Luego vi que muchos de ellos tenían comida y estaban cocinando algo en los fogones, yo caí en cuenta que no había traído nada de comer, ya era casi medio día.
Luego de un rato de hacer intentos fallidos para calentarme las manos y secar mi ropa, apareció una persona que no había visto, era un ecuatoriano que me ofrecio chocolate caliente y sopa de verduras por $US 4.


Pregunté entonces a cuánto estaba el segundo refugio, y me contaron que allí no había segundo refugio, que el primer "refugio" era el estacionamiento y que el segundo era ese donde nos encontrábamos en ese momento.
Pero la nieve yo la veía lejísimos y sentía que tenía que llegara a ella.

Luego de 40 minutos salí y encontré una guía ecuatoriana muy amable que me dijo que la nieve no estaba tan lejos, que por ahí a 40 minutos podría encontrarla si caminaba por la derecha donde había camino.

Me aventuré entonces a salir sólo. La señora tenía razón, había un camino, pero luego de 10 minutos el camino se acabó y sólo encontré un abismo al frente. Entonces decicí comenzar a subir. El abismo es el que se ve en la foto.

En busca de la nieve PARTE 1

Antes de partir hacia el Cotopaxi everigué con muchas personas acerca del modo para llegar hasta allí. Había algunos que me decían que era fácil, otros, que era difícil, yo sabía que difícil o fácil quería estar allí y tocar la nieve.
La última persona con la que hablé dijo que era prácticamente imposible llegar hasta allí si no tenía vehículo y que debería contratar un tour.
Salí el viernes a las 7 AM hacia la zona Amazonas, un lugar en Quito que está lleno de oficinas turísticas y la primera la abrieron a las 8 AM, con la noticia de que los tours habían salido a las 7:30 AM y había que contratarlos con al menos un día de anticipación.
La mujer que atendía me dijo que podía llegar sólo. Lo único que debía hacer era tomar un bus en el terminal que me llevara a Latacunga, una ciudad ubicada luego de la entrada al Cotopaxi, y allí rentar un auto que me llevara hasta el parque.
Hice lo que me indicó. Lo único que olvidó advertirme era que el Cotopaxi tiene 2 entradas, una al norte y una al sur, yo me iba a bajar en la entrada norte pero nadie en el bus me dejó, y me advirtieron que la entrada era por el sur. El conductor del bus no quiso parar en la entrada Sur porque iba muy rápido, al final me dejó a 1 kilómetro que con la emoción no tuve problema en caminar. Aquí les adjunto la foto que llamé "En medio de la nada, ¡Porque la Nada si existe!".


Llegué entonces hasta la entrada del parque y allí efectivamente se rentaban camionetas.
Cuando pregunté cuánto costaban me dijeron que $US 40. Afortunadamente la señora de la agencia turística me había advertido que máximo cobraban $US 20, entonces logré negociarlo por ese valor.
Me subí a una camioneta relativamente nueva, conducida por Manuel Topaipí, un ecuatoriano de raza indígena muy parecido a nuestro ex-concejal Lucho Garzón, (si no saben quién es, en la otra entrada, cuando vean la foto, lo van a reconocer) y muy amable.
Condujo por alrededor de 40 minutos, en el camino me contó que en el parque aún se podían ver pumas, venados, cóndores y lobos, yo sólo vi un conejo silvestre, pero creo que es cierto lo demás.
Avanzamos casi todo el tiempo entre curvas hasta que nos topamos con una recta que habría un gran espacio al frente y yo estaba distraído mirando hacia adelante y tomando la foto que adjunto abajo, cuando me di cuenta de que me estaba perdiendo de un espectáculo a mi derecha.
Era el Cotopaxi que finalmente descubría su manto de nubes para dejarme ver su rostro imponente. Se veía hermosísimo y a mí se me henchía la panza de pensar que estaba cerca de tocar la nieve. A la izquierda se asomaba un lindo lago que fotografié al regreso y en su ribera se alcanzaban a ver caballos salvajes con su crin peludo y denso.


Después de la gran recta comenzamos a subir en curvas y tuve que cerrar la ventana para evitar que el polvo se metiera entre mis ojos. Mas o menos recorrimos 20 minutos más serpenteando en subida hasta que llegamos a un "estacionamiento" en el que había algunos carros. Ahí fue cuando Manuel muy amablemente me dijo -Hasta aquí llegamos!- y me pidió que me bajara del vehículo y caminara en línea recta hacia arriba, que tuviera cuidado porque había abismos a lado y lado y que mas arriba encontraría un refugio.

Estaba haciendo muchísimo viento y también llovían pequeñas gotas que se estrallaban con fuerza en mi cara. Por alguna razón que no podría explicar, me había aventurado hacia el Cotopaxi sin comida, sin guantes y sin gorro. Afortunadamente en el camino de subida, Manuel se detuvo en una pequeña tienda de palo en la que compré un gorrito negro con un logo mal bordado que decía "Parque Cotopaxi", y que agradecí mientras caminaba.

Comencé a andar muy rápido porque seguía con muchas ansias por llegar. Según lo que me habían dicho la nieve se podía tocar desde un supuesto segundo refugio y yo estaba decidido a llegar hasta él. Pero cuando había avanzado 50 metros sentí que el aire me faltaba y tuve que reducir la velocidad y empezar a dar pasos lentos. La lluvia ligera en unos segundos me empapó la ropa y el agua se comenzó a mezclar con mi mocos que se me escurrían sin que me diera cuenta (cosa que no importaba mucho porque toda la mezcla se la llevaba el viento, ¡Algo de mi se quedó en el Cotopaxi).

Después de un tiempo me di cuenta que la cámara que tenía en el bolsillo se estaba mojando y me descolgué el morral para guardarla pero el viento casi se la lleva a hacerle compañía a los mocos.

Ahí ya comencé a asustarme un poco y a sentirme un poco solo, porque veía que nadie más subía conmigo, pero avancé un poco más y desde lejos alcancé a ver el refugio.

Nadie me había advertido que estaba tan arriba.

Voy a seguir narrando en la segunda parte.

29 junio, 2006

Mi sueño desde lejos...

Ayer fuí al mirador de Quito, un lugar al que se llega en teleférico a más de 4.000 metros de altura. Desde allí se puede ver que ésta ciudad parece ser un medio círculo alargado y lleno de gente, con un guardían de cabello blanco que cuida las almas que aquí respiran.

Hace años que he querido conocer la nieve, incluso he soñado en las noches que la toco y juego con ella, mañana espero llegar a la falda del Cotopaxi y morirme del frío mientras me lanzo en eso blanco que imagino suave y esponjoso y que tal vez no sea más que un poco de agua en polvo. ¡¡Mañana voy a conocer la nieve!!

27 junio, 2006

Con el Japonés

Una de las principales razones por las que tomé la decisión de viajar fue porque mi amigo japonés, Koji Hirota, iba hacia Suramérica y yo podía irme con él.

Luego ocurrió que mi amigo salió mucho antes que yo y tuve que viajar sólo hacia Quito, además de esto, pasó casi una semana hasta que ayer al fin nos pudimos encontrar y salir a pasear un poco.

Fuimos al Centro Histórico juntos y a pesar de que yo ya había ido, con él me atreví a ir un poco más lejos y visitar algunos sitios que parecían inseguros. Fue muy gracioso ver como él no temía meterse incluso a casas que simplemente tenían la puerta abierta, casi en cada esquina compraba algo de comer o de tomar (yo tenía miedo de hacer eso por temor a intoxicarme), y capturamos muchas fotos sacando la cámara en todos lados porque sabíamos que no estábamos sólos.

Debe ser por eso que buscamos una pareja, que buscamos amigos y que nos relacionamos. Debe ser que somos humanos. Debe ser que nos gusta estar acompañados para sentir que no estamos tan locos.

Ayer mismo me despedí de Koji y no se cuando volvamos a encontrarnos, se que se ha enamorado antes de partir de Colombia y que quiere volver pronto. Es extraño como a veces el amor nos libera y a veces el amor nos atrapa aunque creamos que tenemos alas, lo cierto es que este viaje continuará sin el japonés pero acompañado por el mundo, y por todos ustedes que me leen y me escriben tantas cosas lindas.

Le ruego a Dios que no se me olvide que debo caminar despacio, que debo golpear las puertas que me atraigan y comprar comida en la calle.

Esto era choclo desgranado con una salsa que mas bien parecía agua rosada y que sabía a picante, estaba como rico.
Cuando nos tomamos ésta foto me acordé que también podía salir sin sonreir en las fotos.
Koji mirando unas escaleras hacia lo desconocido.

En el callejón de la muerte.
(Si te descuidas, las paredes se juntan hasta espicharte)

Koji sólo como un hongo.

De Paseo

En la mitad del mundo.


En la noche

En el Parque

¿Qué se Siente?

Recibí a mi blog un mensaje de alguien a quien aprecio mucho y que me hacía la siguiente pregunta:

¿Que se siente cambiar el estresante día a día de una oficina frente a un computador y con el "Andrew, ¿ya esta listo? ¿qué mas falta? por una relajante, divertido y envidiable viaje?

Tengo que decir que los casi 3 años que pasé laborando como empleado fueron de un gran aprendizaje, con momentos de mucha presión que forjaron en mí grandes habilidades. Con personas a mi alrededor que me formaron como un verdadero profesional y me entregaron su cariño y su aprecio. Personas a las que llevo en mi corazón.

Pero cuando recibí ese correo recordé que desde que dejé de trabajar ya no estoy bursando (apretando los dientes inconscientemente), signo típico en las personas que sufren de estrés y razón por la cual usaba una prótesis en las noches para no terminar con los dientes pequeñitos. También recordé que me estoy levantando una hora más tarde de lo habitual y que todos los días almuerzo y ceno en lugares diferentes.
Recordé que en la última semana había tratado a más personas de las que había conocido en 3 meses, pensé también en los paseos que me he dado por los muchos parques y plazas que tiene Quito a las mismas horas en las que acostumbraba estar sentado en mi oficina trabajando.

Mi trabajo fue lo mejor que me pudo pasar en el tiempo en que ocurrió, pero tengo que decir que estos días he recordado lo lindo que es tomar el sol mientras camino hacia la nada, lo bueno que es saborear cada bocado de un buen almuerzo corriente, y lo maravilloso que es despertarse cuando el sol me golpea en la ventana.

Sé que seguramente un día volveré a una rutina de trabajo como independiente o como empleado, no importa, tampoco importa arrancar en viajes como éste, lo que cuenta es tomarse la vida más despacio, recordando que hay cosas mas allá de las responsabilidades del trabajo, que afuera hay un mundo que espera para que lo descubramos, tener siempre presente que vivir es delicioso y que de nada vale estar en éste planeta si no vamos a detenernos ni un segundo a mirar el cielo, escuchar la lluvia o quedarnos en la cama un rato.

No se por qué no pude publicar las fotos.